LAS MAÑANAS Y LA U.E.
LAS MAÑANAS Y LA U.E.
Dado que ya hemos reflexionado bastante sobre la esencia
delictiva del PSOE, no merece mucho la pena desayunar con el dictador Sánchez,
Ábalos y el macarra prostibulario. De modo que cada mañana cuando voy a abrir
una botella de agua envasada y el tretra brik de la leche me acuerdo de la
Unión Europea. Sí, sí de la UE, verán.
Comprendo que debe ser difícil poner de acuerdo a múltiples
países con diversas sensibilidades políticas. Por eso la Unión nació con la
voluntad de centrarse en cuestiones vitales y fundamentales vertebradoras de
una verdadera comunidad de países. Ese es el motivo por el que cuando veo por
las mañanas esa gran aportación a la sociedad que suponen los nuevos tapones de
diversos envases no puedo dejar de decir con admiración:
-¡Pero qué suerte tenemos que Europa diseña para nosotros
estos fantásticos tapones! ¡Qué aportación de alto valor para nuestras vidas!
Y es que de Bruselas llegó hace unos meses la instrucción de
modificar los tapones de los envases mencionados para imponer otros semejantes,
pero algo peores y más incómodos.
La verdad es que probablemente el hecho ser tan sagaces
haciendo tapones explique que no contemos
con una Política Agraria Común, útil, aceptada por todos y beneficiosa
para aquellos a los que debe ir dirigida dicha política; el sector primario. La
esencia de la UE es precisamente armonizar unas prácticas que impliquen que no
se implementen medidas proteccionistas por parte de los países miembros con
respecto a ellos mismos, que pudiese impedir la libre competencia interna en
términos de igualdad. Así mismo, ha de evitar el proteccionismo frente a
terceros países, pero cuidando que aquellos no practiquen un dumping dentro de
nuestras fronteras o prácticas que no provengan de la libre competencia en
términos de igualdad. Y poco más y nada menos. Como se observa, para hacer una
adecuada política agraria común no hace falta ni hiperregulación, ni
intervencionismo, ni Agenda 2030, ni tapones; todo esto último supone salirse
del terreno de juego y poner en riesgo la existencia misma de la médula de la
Unión.
Pero mientras hacemos tapones hay otra cuestión de primer
orden de importancia que también pone en riesgo el futuro en común de los
países europeos; me refiero a la cuestión de la inmigración. En estos tiempos
en los que las fronteras de Alemania están en España e Italia, las de España en
Grecia y así sucesivamente, que no exista una forma común y acordada por los
países miembros para abordar este problema, es un error que puede tener
gravísimas consecuencias. Porque si hemos difuminado las fronteras de todos,
también hemos de hacer los mismo con las responsabilidades de todos. Es decir,
que los países del norte y centro también sufran en sus consciencias por las
muertes en Lampedusa, Grecia o Canarias. Y que los periféricos asuman su cuota
parte de la situación que se vive en ciudades como París, Berlín, Bruselas etc.
con barrios problemáticos en términos de seguridad y convivencia. Y que todos
seamos corresponsables del enrome costo económico y en vidas que está
suponiendo el hecho de que parezca que la inmigración es un problema de nadie.
Se hablaba mucho de la Europa de los Ciudadanos, algo que
incorpora un cierto contenido cultural pero que no excluye otros conceptos como
la interrelación entre personas de los países miembros, la libre circulación y
residencia dentro de la Unión para los ciudadanos de los países miembros; de
los ciudadanos de los países miembros pero no necesariamente para los de
terceros países. Estamos ante uno de los grandes problemas de la Eurozona que
si no se aborda y resuelve contribuirá a incrementar el escepticismo y la
desconfianza de los ciudadanos para con la utilidad de la U.E.
Supongo que habrá quien me tache de “antieuropeo”. Nada más
lejos de la realidad, lo que quiero es que la unión de los países de Europa sea
algo realmente valioso.
Y mientras cierro el tapón de la leche me acuerdo de cuando
en nuestro continente los gobiernos no participaban en las empresas para no
crear situaciones de desigualdad entre las mismas dentro de la Unión, no podían
los gobiernos tener compañías de su país compitiendo con las de los demás.
Ahora nadie ha puesto el grito en el cielo por el hecho de que el dictador
español quiera robarnos 20.000. millones para quedarse con empresas antes
privadas.
No veo a Bruselas lo suficientemente centrada como para
impedir que el tirano complete el golpe de estado que supone su amnistía, ni
que su gobierno entre en las empresas. Están “ursuleados” y en junio hay
elecciones europeas.
José Antonio
García-Albi
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