LA BESTIA DE LA CAVERNA Y SU GULA

 

LA BESTIA DE LA CAVERNA Y SU GULA



En realidad, los años de padecimiento con el gobierno del “autócrata” no han hecho si no acelerar el colapso de un modelo y sistema que no pasaría la ITV más permisiva. Al final, hemos estado gobernados por unos señores empeñados en terminar con el régimen del 78 e incapaces de gestionar nada, incluso ni de organizar correctamente unas elecciones; véase el lío habido en Correos.

A los problemas propios de las sociedades sobregobernadas, en nuestro caso tenemos que añadir un sistema político que fomenta el protagonismo de los partidos y no el de los ciudadanos, así como la tiranía de pequeños grupos nacionalistas. Los partidos intervienen en todo; desde el último candidato a concejal hasta los jueces pasando por la CNMV, Banco de España, televisiones, la educación de nuestros hijos, etc. Unas organizaciones que pusieron sus huestes en las Cajas y acabaron en poco tiempo con entidades llevaban más de doscientos años sin problemas; nunca asumieron responsabilidades por la fracasada supervisión de CNMV y Banco de España. Conclusión falta liberalismo, falta libertad y  no está la persona individualmente considerada, y el respeto a la misma, como el centro y objeto de las funciones de nuestras instituciones públicas.

Pero no son sólo las cuestiones relativas al funcionamiento de la vida política del país, que limitan la libertad de las personas, las que merecen revisarse. Es que para respetar los proyectos de vida de cada uno de los ciudadanos, habría que haber evitado que el colapso institucional se exportase al modelo económico y  al sector privado. Tenemos un problema de modelo político-económico con independencia del partido político turnante que lo gestione; veamos distintos aspectos.

En los últimos quince años nuestro país no ha sido capaz de crear empleo. La creación de puestos de trabajo está estancada; de hecho hay ochocientos once mil trabajadores activos menos que en el 2007, entre empleados privados y autónomos. Sólo crece el sector público con nuestros impuestos.  Por otro lado, la población ha crecido un 5,35% en el mismo periodo. Es decir, trabajan menos personas habiendo una mayor población.

También podríamos pensar que tenemos menos trabajadores activos que hace quince años porque lo hacemos mejor. Pues en esto también nos conviene un cura de humildad. Si analizamos nuestra productividad de los últimos veinte años observaremos que no solamente es un dato que se mueve a la baja, empeora, es que progresivamente se incrementa el diferencial negativo con las productividades de Alemania, Francia o EEUU y se sitúa muy por debajo de la media de la UE y de la Eurozona. Aquellas economías mejoran y la nuestra empeora.

El caso es que si hay menos gente produciendo y se hace peor que hace años, la consecuencia matemáticamente lógica es la que indican los datos de Eurostat: el PIB per cápita de España viene descendiendo progresivamente y alejándonos poco a poco de la media Europea. Los españoles somos cada vez más pobres que nuestros vecinos. Y que el problema es estructural se demuestra porque ese PIB Per Cápita visto en paridad del poder adquisitivo, es decir, teniendo en cuenta los ingresos y el nivel de precios nos coloca al 85% de la media Europea. Eso es estar muy lejos del objetivo de superarla y me barrunto que no va a ser culpa de Franco.

De la suma de todas estas ineficiencias el ciudadano sale doblemente perjudicado. Por una parte, nota en su vida las consecuencias de las cifras macro mencionadas; podemos citar como ejemplo el paro juvenil. Y por otro lado, viene siendo desde hace más de dos décadas víctima de una política fiscal confiscatoria destinada a mantener el tinglado que han organizado y que nos lleva a tener una renta disponible menor de manera progresiva. Esto afecta al nivel de vida y a la disminución de la natalidad.

En la última década, la cifra de  españoles mayores de 65 años creció un 17%. Tendemos a pensar que la inversión de la pirámide poblacional afecta solamente al pago de las pensiones de jubilación y no es así. Ya sabemos que se ha de cambiar el actual sistema de reparto de las pensiones públicas, por otro individual o de capitalización ya que el que tenemos hoy no se sostiene; no voy a insistir. Es que además una población envejecida supone una modificación de los hábitos de consumo. Los ingresos de los consumidores serán menores, igual que sus necesidades y ganas de consumir; precisarán más sanidad gratuita y menos viajes o pantalones vaqueros. Esas expectativas no van a incentivar a los empresarios a acometer nuevas inversiones, por lo que nuestra economía se puede enfrentar a un estancamiento crónico muy serio. Para salir de él es preciso ir acabando, cuanto antes, con este modelo intervencionista, hijo del fracasado socialdemócrata, que tiene una estructura estatal que es como una bestia en una caverna a la que hay que ir echando cada vez más carne para que no enfurezca.

Hemos tenido elecciones con un desesperante resultado. Pero las propuestas de calado sobre las reformas estructurales necesarias han brillado por su ausencia. Convendría no seguir perdiendo el tiempo y abrir este debate para implantar un modelo estrictamente liberal.

 

José Antonio García -Albi

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