UNA SOCIEDAD MALA EXPULSA A OTRA BUENA.
UNA SOCIEDAD MALA EXPULSA A OTRA
BUENA.
Viene esta reflexión, al paso de la que mi amigo Fernando
expuso recientemente en un artículo
hablando del problema de la participación, o por mejor decir, de la no
participación y nula involucración de la ciudadanía en la vida política, social
y económica. No aspiro a igualar a mi amigo en su experiencia, profundidad de
análisis y en la prolija documentación que él aportó. Voy a ser más prosaico.
En economía existe desde el S. XVI la denominada Ley de
Gresham, que explica como en una economía en la que existen dos monedas, una
buena y otra mala, esta acaba expulsando siempre a la buena. Lo hemos visto en
Argentina en donde los ciudadanos quieren pagar con pesos y guardar y esconder
los dólares que es la moneda que tiene valor.
En la vida social y política de una nación estamos viendo
que ocurre lo mismo cuando esta se disocia en dos sociedades, una buena y otra
mala. Veamos, hoy en día en nuestras sociedades sobregobernadas tenemos a la
ciudadanía particular, aquella que salvo la condición de sufridores nada tiene
que ver con las administraciones públicas y a la que vamos a llamar sociedad
buena. Por otro lado, y para no ser sólo peyorativos con la calificación,
tenemos a las múltiples burocracias, al enorme sector público y a los
clientelismos de los titulares de ambos, a la que vamos a llamar también
burocracias y clientelas. Ocurre que esta última sociedad a medida que adquiere
una obesidad mórbida, expulsa
progresivamente de la participación en la vida pública, social y política a la
sociedad buena o ciudadanía.
Un ciudadano español tiene sobre si, y sobre su cartera, al
ayuntamiento, diputación comunidad autónoma y entidades satélites de estos
organismos, parlamentos, administraciones públicas, gobierno, parlamento
nacional, entidades regulatorias, Banco de España, chiringuitos y
“observatorios” miles, Parlamento Europeo, la Comisión, Banco Central Europeo…y
como guinda final a la ONU y su, por ser benevolente, desaseado mental
Secretario General. Cando uno contempla todo ese peso sobre él, dan ganas de
salir corriendo como alma que lleva el diablo pensando que ya colabora bastante
con la factura que paga.
Pero además ocurre que la burocracia para justificar su
existencia se apropia de la titularidad de distintos procesos que no le
corresponden. Vamos a poner un ejemplo. Cuando el estado se apropia en exceso
de las funciones de la educación, acaba expulsando de esas funciones a los
mayores interesados; los padres. ¿Cuál
es la posibilidad de participar si incluso en muchos sitios no puedes ni elegir
el idioma? ¿De qué forma si se controla sin límite toda educación privada?.¿Cuál
es tu posibilidad de hacer algo cuando desde la ONU, sin atribuciones para
ello, te imponen vía Agenda 2030 que la educación ha de ser del modo que ellos
indican? Y que nuestro gobierno especifica a través de su ministerio
correspondiente:
Es de capital
importancia aumentar los esfuerzos encaminados a reforzar la función que
desempeña la educación en la plena realización de los derechos humanos, la paz,
el ejercicio responsable de la ciudadanía local y global, la igualdad de
género, el desarrollo sostenible y la salud.
Lo de sostenible no significa ni de calidad, ni verdadera,
ni libre, ni nada de nada. Ellos definen lo que es el ejercicio responsable de la ciudadanía. Cuando debiera ser definido
por los más interesados en su correcto funcionamiento; los ciudadanos. Adoctrinamiento.
Los mercados están intervenidos hasta extremos en los que la
libre competencia y la libre formación del precio por parte del mercado es un
recuerdo del pasado. Tan sólo te queda hacer frente a los procesos
inflacionistas que dichas intervenciones, amén de su fiscalidad, provocan.
Ahora pretenden adueñarse también de la justicia como
estamos viendo en España y en otros países, de modo que todo, absolutamente
todo quede bajo control de la sociedad mala.
La participación ciudadana en la vida política, social,
económica tan sólo se puede dar si existe respeto y libertad para el ámbito
individual ya que es donde surge la iniciativa. Nunca se dará si no hay lugar
para la iniciativa ya que todo se encuentra regulado con una inflación
legislativa. Se anula además la primera de la acciones que debe realizar la
ciudadanía, la de disponerse a que la burocracia le rinda cuentas; exigir la
rendición de cuentas por parte de la sociedad mala. Exigir explicaciones sobre
cómo se está defendiendo la independencia judicial, el derecho a la propiedad
privada, el del libre mercado, la libertad de opinión y todos le derechos
individuales. Exigir que no nos nublen la opinión exigiendo a la ciudadanía (y
no al revés) que respete unos derechos sostenibles que nada significan.
La burocracia sabe que vive del dinero y del trabajo de la
sociedad buena. Y sabe que vive muy bien. Para mantenerse tratará de zafarse
del control y de la participación ciudadana. Vamos que la sociedad mala expulsa
a la buena; para evitarlo aquella ha de ser lo más reducida posible,
favoreciendo el protagonismo de la iniciativa privada frente a la pública.
José A. García-Albi
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