CARTAS A SÁNCHEZ (2)
EL PETIMETRE.
¡Oiga Sánchez!
Comienzo así esta misiva ya que, como uno de los ciudadanos
ante los que debe usted rendir cuentas, es lo que pensé cuando le vi en esa pose
prostibularia con las manos en los bolsillos
cercanas a sus partes pudendas
ante S.M. El Rey. Imagino que tal vez sea una costumbre adquirida en visitas a
los negocios familiares pero, oiga Sánchez, no son formas. Compórtese.
También le quería hablar de cuando pone cara de chulo de
piscina, se sube a su pedestal forrado de angorina y comienza a despreciar a
los medios de comunicación, a sus trabajadores, a sus anunciantes y a sus
lectores. Les baja de categoría y los llama “páginas web”, pseudo medios y
otras majaderías creyéndose además muy ingenioso. Como pseudo presidente de una
parte de los españoles, menosprecia el trabajo de un importante colectivo que
crea empleo y contribuye al PIB. No como su gobierno que destruye empleo y
entorpece el crecimiento económico. Y es que a los socialistas nunca les ha
gustado ni la libertad, ni que los ciudadanos mejoren su nivel de vida.
Una página web es algo de lo que se sirve Moncloa y el PSOE
para contar alguna cosilla de lo que hacen; de las que se pueden contar, de las
otras como la actividad de Koldo y los viajes del falcón, o los negocios
familiares, no. Como no lo cuentan ustedes en sus webs, lo han de hacer los
periódicos libres en sus plataformas de comunicación sean digitales, en papel o
radiofónicas.
La palara petimetre viene del francés petit maître cuya traducción sería pequeño señor pero no es una
cuestión de estatura, no. La RAE lo define como “persona que se preocupa mucho
de su compostura y de seguir las modas”. Lo de la compostura no se le puede
aplicar tras la imagen de las manos en los bolsillos frente al Rey. Pero la RAE
también indica cuales son los sinónimos de petimetre: “presumido, lechuguino,
figurín y pisaverde”. Viendo sus andares lo de pisaverde viene ni que pintado.
Dada su condición de pequeño señor en lo moral e intelectual, la fruslería de
las modas y vistos los sinónimos que indica la RAE podemos decir, sin temor a
equivocarnos, que como pseudo presidente de una parte de los españoles es usted
un verdadero petimetre de la política. Y con base en tal condición parece tener
como referente a Maduro en lugar de a un Konrad Adenauer, por ejemplo. O a un
Javier Milei después de los merecidos cachetes que le ha propinado. Aunque es
muy posible que el único referente sea usted mismo.
Pero, en fin, se ponga usted
como se ponga y desprecie a quien desprecie, cuando, en un futuro que deseo
próximo y como también deseo, se encuentre utilizando su tiempo libre en
prisión ojeando lo que llama ahora “páginas web” estas seguirán siendo lo que
ahora son, es decir, medios de comunicación o periódicos con soporte digital
mientras que usted seguirá siendo lo que es, un petimetre de la política.
Lo malo es que ese impostado desprecio esconde una treta que no cuela. Rebajando artificialmente la categoría de los medios a los que critica, pretende obviar el rechazo nacional e internacional a su deseo de acabar con la libertad de prensa, la de opinión, la de expresión e imponer una censura férrea como la existente en países socialistas y nacionalsocialistas. Pretende engañar diciendo que va contra las webs o pseudo medios, no contra la prensa. Parece tan altivo y arrogante que se cree que somos tontos. Pero se lo vamos a tratar de impedir porque los “fachas” como yo, somos unos tozudos partidarios de las libertades antes mencionadas y unos viscerales enemigos de la censura dictatorial. Lo siento petimetre de la política.
De sus apariciones en
diversas varietés televisivas y radiofónicas
le tengo que agradecer una frase con la que me he divertido mucho. Me refiero a
lo de “la máquina del fango” Al escuchar eso, mi literaria imaginación me llevó
de inmediato a esas pelis americanas en las que se ve a dos chicas
semidesnudas, una morena y otra rubia, peleando en un embarrado cuadrilátero.
Se agarran, se empujan, ruedan sobre el lodo y se enfangan enteras. Por cierto
que mi imaginación me jugó la ¿mala o buena? pasada de recrear a su señora en la
luchadora rubia. También me generó otro personaje, la pareja de la chica rubia,
un haragán alto y malencarado que contento por haberse disfrazado del tahúr del
Misisipi iba cruzando apuestas con el público para, al final, y en función del
sentido de las mismas indicar a su churri si debía dejarse vencer o no. En fin
una divertida tarde.
Bueno, pseudo presidente del
gobierno de una parte de España y petit maître de la política española, tan sólo me resta desear
que haciendo uso de sus despóticas actuaciones no intente hacer desapareecer
todo lo que nuestra jurisprudencia dice en relación con el animus iocandi. No puede,
está escrito y ni usted lo puede borrar.
José Antonio García-Albi
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