FARSA Y COMEDIA DE LA ALCALDESA MUESA


 FARSA Y COMEDIA DE LA ALCALDESA MUESA



Vamos a seguir tomando prestado el título de la comedia del gran Valle Inclán, “Farsa y Licencia de la Reina Castiza”, para narrar nuestra fábula del pueblo imaginario Fuente Seca y hoy toca la Farsa y Comedia de la Alcaldesa Muesa.

Ya sabemos por los capítulos anteriores que una de las características de Doña Arrogancia Perpetua era que escuchaba mal, en realidad escuchaba muy mal. Fue por eso que uno de sus vecinos vinculado al mundo del ganado ovino una buena tarde concluyó que “pero sí parece una oveja muesa; a ver si va a ser una alcaldesa muesa”  Y es que una oveja o una cabra muesa son aquellas que nacen con las orejas mucho más pequeñas de lo normal y, claro, eso les afecta a su audición y tienden a ir por libre. El caso es que el sobrenombre de alcaldesa muesa tuvo una buena acogida y se fue generalizando por Fuente Seca y su comarca.

Eso de los motes o sobrenombres es algo muy generalizado en los pueblos y en algunos casos se heredan durante generaciones, a veces se ignora el origen de los mismos y no se sabe la razón por la que a los miembro de una estirpe se les conoce, por ejemplo, como “los perujillos” o “lo perejilos”.  El caso es que un buen día Doña Arrogancia Perpetua pensó que había llegado la hora de contraer y celebró grandiosas nupcias con un apuesto miembro del clan de Los Ratones. Se ignora la razón por la que a los miembros de esa familia se les motejaba de ese modo, tal vez sus antepasados tuvieran caras afiladas y orejas de soplillo, o puede ser que sufrieran de aversión a los gatos o que criaran roedores en algún encinar cercano o las tres cosas. ¡Vaya usted a saber! 

Ya vimos que la alcaldesa muesa no era partidaria de los gatos y que incluso mandó que en su reino el bocadillo de salchichas se denominase “gatito caliente”. Y su consorte solo por pertenencia al clan de los ratones, tampoco lo era. Entonces Fuente Seca contaba con una pequeña colonia de gatitos que era la envidia de la comarca; limpios, simpáticos, eficientes y muy bonitos. Pero sin que se sepa la causa y el porqué,  poco a poco comenzaron a desaparecer. La colonia se reducía sin explicación alguna no era posible concluir cual era la causa de su desaparición. Hubo gente que advirtió a Doña Arrogancia Perpetua del riesgo de que el pueblo quedase invadido por ratas y ratones, especialmente tras la cosecha que se almacena mucho grano de cereal. Pero la alcaldesa al ser muesa no escuchó o no hizo caso alguno de las advertencias y no puso nada de su parte para detener la extinción de la colonia gatuna. Ante las insistencias de los riesgos que podrían suponer la proliferación de roedores exclamó con voz firme: “llamaré a un flautista que llaman de Hamelín y que dicen que es más eficiente que los gatos”



Así que cuando la emergencia mostró su cara más potente publicó anuncios en radios y periódicos requiriendo los servicios del Flautista de Hamelín y cuando se convenció de que no aparecería flautista alguno sentenció con su orden habitual “qué le corten la cabeza” Pero a pesar de esa orden las ratas y ratones estaban por las casas, los desagües, las calles, las naves y paneras incluso el pilón de la antigua hermosa fuente ya seca se veía repleto de los miembros de la plaga.


Finalmente y cuando le informaron de los destrozos que sus nuevos invitados habían provocado en su propia despensa se decidió a tomar alguna medida de emergencia; pidió gatos prestados a los pueblos cercanos. Al principio los ayuntamientos vecinos eran reacios a conceder dicho préstamo porque lo mínimo que se podía esperar era que, al menos, llegase la alcaldesa con las orejas gachas, pero ella no podía tener las orejas gachas porque era muesa, claro. No por Doña Arrogancia Perpetua si no por la amistad entre  vecinos de la comarca los pueblos aceptaron por fin prestar gatos para acabar con los roedores de Fuente Seca, siempre que la alcaldesa muesa se comprometiera a dotar al municipio de una nueva colonia gatuna con prontitud.

LA MORALEJA que sacamos de esta fábula es que hoy en día no se podría producir la desaparición de los gatos ya que están protegidos por nuestras leyes contra el maltrato animal. En caso de que se produjera semejante ilícito, cualquier ciudadano que se sintiera perjudicado podría personarse en un Casa Cuartel de La Guardia Civil y denunciar los hechos. La Benemérita abriría una investigación que, en su caso, podrá generar sanciones muy graves.

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José Antonio García-Albi

 


                                                ¿DÓNDE ESTÁN?

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